TISA SI TISA NO
SERVICIOS...
Me he tomado el atrevimiento de contrastar dos visiones sobre el TISA a los efectos de analizar los pro y los contra y que cada quien saque sus conclusiones que en definitiva solo son opiniones formadoras y ojala capaces de influir...
CONFERENCIA DE LA ORT
¿Qué es el TISA? ¿Qué implica? ¿Qué ventajas y desventajas tiene? ¿Cómo surge? ¿Cuál es la importancia para Uruguay? ¿Quiénes y por qué lo critican? Esas fueron algunas de las preguntas que se intentaron responder en la conferencia titulada “El acuerdo sobre comercio de servicios Trade in Services Agreements (TISA): características, problemas, oportunidades y desafíos”.
El evento, que formó parte del ciclo “Hablemos con los profesores” que organiza el Departamento de Economía, tuvo lugar el 22 de junio de 2015 en la Facultad de Administración y Ciencias Sociales de la Universidad ORT Uruguay.
Los expositores fueron el Dr. Juan José Barrios, coordinador académico adjunto de la Licenciatura en Economía, y el Lic. Juan Labraga, catedrático asociado de Comercio Internacional en la facultad.
¿Qué es el TISA?
El TISA –Trade in Services Agreements–, explicaron los profesores, es un acuerdo cuyo objetivo es la liberalización del comercio de servicios y la eliminación de los obstáculos comerciales que distorsionan la competencia y limitan el acceso a los mercados.
El acuerdo aún no está firmado. Se trata de una serie de conversaciones entre 51 países del mundo, que fueron impulsadas por Estados Unidos y la Unión Europea.
Cada país puede manifestar su intención de liberalizar ciertos servicios a la competencia externa, así como decidir no negociar determinados sectores. En particular, se podrá abrir a la competencia externa los servicios de comunicación, construcción, distribución. También los educativos, comerciales, ambientales, financieros y sanitarios, junto con el turismo, el transporte y los viajes.
Contexto
La importancia relativa de los servicios, en el total de las exportaciones, tanto a nivel mundial como para Uruguay, ha aumentado. Las exportaciones mundiales de servicios, en los últimos diez años, crecieron a tasas aceleradas. Fundamentalmente, en los países desarrollados. Implican miles de millones de dólares, explicó Barrios.
Asimismo, indicó que la estructura de producción mundial cambió. Hoy la importancia relativa de la producción de manufacturas en los países no desarrollados es cada vez mayor, mientras que, en los desarrollados, es cada vez menor.
También hubo un cambio en la importancia relativa de Estados Unidos, Europa y Japón en el Producto Bruto Mundial, indicó Labraga. El PBI de estos tres países, hasta cerca de 2003, representaba alrededor del 70% del PBI mundial. El resto del mundo se quedaba con el 30%.
Sin embargo, en 2013, el peso del PBI de dichos países bajó al 50%. “Estados Unidos, la Unión Europea y Japón siguen siendo importantísimos, pero el mundo estable desde fines de la segunda mitad del siglo XX se terminó. Por lo menos, no les es tan fácil fijar la agenda”, puntualizó Labraga.
“La forma de negociación ‘lo tomás o lo dejás’ se terminó”, agregó el profesor. Ya no es “a todo o nada” porque ya no hay tres países tan poderosos que “puedan pararse e irse de la mesa y que se caiga todo”. Ahora los países apuestan a la bilateralidad.
Ventajas y desventajas del libre comercio
La visión tradicional y a la que la mayor parte de los economistas adhiere es que el comercio implica un aumento de la producción mundial de bienes, la posibilidad de consumir más servicios a menores precios, crecimiento del ingreso real y del bienestar. “Desde el punto de vista de los consumidores, el consenso es que el libre comercio genera beneficios”, explicó.
Sin embargo, el comercio también cambia las estructuras productivas de un país. Aquellos países que tienen costos relativos menores, son más competitivos y están en condiciones de exportar productos o servicios a aquellos países no tan competitivos.
Hay, a la vez, destrucción y generación de empleo y capital. Los sectores más competitivos pueden expandirse y generar más empleo y utilización de capital. A su vez, los sectores menos competitivos pueden contraerse o, incluso, desaparecer.
Los conferencistas describieron algunas críticas que se le suele hacer al acuerdo. Por ejemplo, que no hay mucha información y la que llega, lo hace de forma fragmentada y tardía.
Hay críticas específicas, como la cláusula “cremallera”. Establece que una vez que se toma una decisión, no se puede volver atrás. Al regular un sector de actividad, si después un país se da cuenta que se equivocó, no puede volver a regularlo.
También, muchos países no están de acuerdo con la cláusula del diferendo: aumenta el poder de las corporaciones y las pone en igualdad de condiciones que los (soberanos) Estados: las corporaciones pueden demandar a los países. Si un Estado toma una medida que afecta los intereses de una corporación, pueden ser demandados por esta última.
Igualmente, Barrios afirmó que “van a existir ganadores y perdedores, como en cualquier tratado de libre comercio”.
Uruguay y el TISA:
El ministro de Economía, Danilo Astori, y el ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa, están a favor de participar en las conversaciones, aun cuando no se han manifestado a favor o en contra de temas específicos. Por otro lado, hay organizaciones sociales como el PIT-CNT que están en contra tanto de la participación como de una eventual firma.
Es un tema que genera conflictos hacia adentro de los países. Uno puede pensar que solo pasa en Uruguay pero, en realidad, en palabras de Barrios, ocurre con cualquier gestión para liberalizar o proteger el comercio.
“¿Debemos abandonar las negociaciones del TISA?”, se preguntó el coordinador académico. “Yo creo que sería un error. Más vale estar, que no estar y después no podamos influir. Me dirán que la influencia que puede tener Uruguay es nula. Si, lo sé. Pero menos influencia vamos a tener si no estamos”, indicó.
Por otra parte, “Uruguay tiene poco para ganar en términos económicos”, indicó Labraga. Igualmente, según él, bien negociado, tampoco tiene nada que perder. “Ningún acuerdo otorga pleno acceso a los mercados ni nos deja definitivamente afuera. Porque los acuerdos los negocian los países con sus restricciones actuales”.
El TISA se trata “más en una señal que resultados concretos”, dijo Labraga y agregó: “Es comenzar a definir cómo y dónde se va a posicionar Uruguay en el nuevo ordenamiento multilateral del comercio. Participamos de la mesa de reunión con nuestro poco o nulo margen de incidir, o los vemos por televisión”.
EN CONTRA
Con Tisa y sin tablero Escrito por ÁLVARO SANABRIA DUQUE
Las trazas de Tisa
Los servicios, por su naturaleza, durante mucho tiempo se consideraron como productos no comercializables, es decir, que su realización era en lo fundamental de carácter nacional no exportable ni importable. De hecho, en la actualidad, del total de las exportaciones mundiales (22,5 billones de dólares estadounidenses), solamente el 20 por ciento (4,5 billones) son considerados rubros correspondientes a la venta de servicios. Es decir, que sólo el 10 por ciento de la producción del sector se efectúa a través del comercio internacional; lo que explica el interés del capitalismo corporativo por atravesar las fronteras de los estados–nación para apropiar esos "mercados" y valorizar su inversión sometiendo el sector.
La primera ronda de Tisa sesionó entre el 18-22 de marzo de 2013, y entre el 6-10 de julio de 2015 tuvo lugar la ronda trece, quedando la cita de la próxima reunión para los días que van del 6-13 de octubre de éste año. El Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, responsable directo de las conversaciones, ha publicado trece informes, uno por cada ronda, que son muy limitados en forma y contenido, dado quizá el secretismo que envuelve al Tratado, junto con la cláusula que estipula que solamente cinco años después de firmados los acuerdos pueden divulgarse sus detalles. Más allá de poder leer, por ejemplo, en cuanto a las disposiciones generales que "La primera se enfoca en las obligaciones básicas, muy similares a lo dispuesto en el Acuerdo General de Comercio de Servicios –Agcs– de la OMC pero con mayor profundidad en la cobertura sectorial, pues busca cubrir todos los sectores de servicios (mientras que la OMC tiene una cobertura mucho más limitada)", o, como resumen de lo avanzado en la ronda trece en cuanto a servicios financieros, "Ha tenido gran avance y se espera cerrar pronto", nada se dice sobre lo acordado, de allí que las revelaciones de Wikileaks sean tan importantes.
En el caso del sector financiero se filtró que la desregulación que impone Tisa, cubre todos los productos innovadores (derivados), las operaciones bancarias y bursátiles, mercados de divisas, tarjetas de crédito, procesamientos de datos financieros, entre otros, que no podrán contar con "trato nacional", es decir, que los Estados no pueden favorecer a las instituciones financieras locales bajo ningún concepto. Además, los gobiernos también tendrán que aceptar la desregulación de los "productos" financieros creados luego de firmado el acuerdo, y lo pactado se considerará irreversible pues así lo estipula la llamada cláusula del "trinquete", que impide cualquier corrección a la desregulación, salvo si la profundiza, situando al capital privado por encima de cualquier norma nativa.
Los EE.UU. buscan que el acuerdo cubra los servicios jurídicos, los tecnológicos de transmisión de datos, la contabilidad y la auditoria, arquitectura e ingeniería, los servicios de veterinaria y los de enseñanza, el transporte aéreo y de carretera, entre otros, desregulando y eliminando la posibilidad de formular políticas autónomas en esos sectores, en un paso más hacia la eliminación de las soberanías nacionales, pues los gobiernos se verán totalmente imposibilitados de legislar en las respectivas materias. Bajo el capítulo de transparencia se exige a los Estados que deben hacer públicos previamente los proyectos de ley relacionados con temas comprendidos en el acuerdo, con lo que se pierde totalmente la identidad y la autonomía.
Los tratados comerciales, o la guerra por otros medios
Es claro que en un mundo de intercambios comerciales globalizados, las posibilidades de alterar el flujo de mercancías hacia dentro o hacia afuera de las fronteras de un país, es susceptible de convertirse en un arma de destrucción masiva. Los bloqueos económicos contra Irak, Irán y Cuba, que en el primero de los casos fue completado con un sangriento ataque militar, son un buen ejemplo de esto. Las recientes "sanciones" unilaterales a Rusia son otra muestra de que las más recientes agresiones a los países que se salen del libreto imperial, comienzan con los flujos del comercio internacional. Del Ttip y el Tisa no se oculta su carácter estratégico político-geoeconómico, por lo que aún a riesgo de que parezca una exageración no debe descartarse que esos tratados son el abrebocas de confrontaciones futuras entre Occidente y las potencias emergentes de Asía, como China e India. Pero, además, de lo que no cabe duda es que le han declarado, de hecho, la pena de inexistencia a los países más débiles.
La apertura total en los servicios, seguramente conducirá a que además de las grandes cadenas internacionales del comercio minorista, que hoy campean y de las multinacionales de la salud y de las finanzas que se han impuesto, en un futuro no muy lejano las instituciones educativas locales cedan el paso a las grandes multinacionales de la enseñanza; que el transporte intermunicipal de carretera sea prestado por la norteamericana Greyhound, y los políticos corruptos sean defendidos por abogados del bufete Wachtell. Los economistas neoliberales nos invitaran a pensar en las ventajas de la competencia y de la eliminación de las barreras proteccionistas, además que calmarán su complejo de inferioridad, orgullosos de consumir servicios ofertados por marcas denominadas en inglés.
El Acuerdo de Comercio de Servicios, parece pensado como el asalto final del capitalismo corporativo sobre la ciudadanía del mundo. Lo que está en juego es la cada vez más limitada diversidad, que en sus manifestaciones culturales cederá también el paso a la homogeneidad. La autonomía y la democracia se retiran ante el aullido de las ganancias, y las reacciones de los movimientos sociales no parecen proporcionales a los ataques de las multinacionales.
Es necesario ganar la iniciativa. De inmediato hay que liderar, por parte de diversidad de organizaciones sociales, gremiales y políticas, la semana que va del seis al trece de octubre, cuando se realiza la ronda catorce, una acción coordinada a nivel mundial contra este Tratado. Debemos preguntar, además, ¿los movimientos políticos alternativos no están obligados a incluir entre sus preocupaciones y sus luchas inmediatas, la meta de la cancelación definitiva del acuerdo?
Comentarios
Publicar un comentario